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Hay un tiempo para todo...

En el amanecer soleado y caluroso de este verano anticipado en Córdoba, recibo el día de mi cumpleaños con muchas cosas en la cabeza pero sólo una en el corazón: SATISFACCIÓN 

Y es que a veces se nos olvida mirarnos en el espejo y reconocer los logros que hemos tenido, lo mucho que hemos crecido y los aprendizajes que hemos obtenido de cada experiencia vivida y de cada persona que se ha cruzado en nuestro camino. 

Ayer, mientras me volvía loca armando cajas para la mudanza de vuelta a México, pensaba ...¿cuántas veces más tendré que poner mi vida en cajas y llevarlas conmigo? ¿valdrá la pena cargar con tantas cosas? ¿será que lo que menos me debe de preocupar es el packing list  y la logística de la mudanza; y mejor me dedico a disfrutar de estos últimos días de sol antes de aterrizar en el invierno? Y así... recordé un capítulo de la Biblia que me quedó marcado en el alma de aquellos años en que dedicaba mi tiempo a cuestiones más espirituales y menos individualistas: 


y es que pensar en el tiempo puede tanto dar miedo como la mayor alegría, según la perspectiva con la que se mire... ha pasado ya año y medio desde que llegué a Córdoba y ahora estoy a una semana de volver a mi amado país; pero sobre todo a estar cerca de los míos... el tiempo ha pasado muy rápido pero ciertamente ha sido satisfactorio. Mi hijo ayer me decía: ¿te das cuenta mami que ya no va a haber un 13.13.13 ? claro! no hay mes número 13!!!  así que para mi el 13. 12. 12 será y es el día que marque un ciclo nuevo en mi vida lleno de nuevos retos, nuevas ilusiones, nuevas incertidumbres, más cambios y estoy segura que mucho más amor y alegrías! 

Aún  así, siento que las horas no me alcanzan, ni los brazos y mucho menos las fuerzas (saben, por esto de tener un bebé en la panza y estar a 35º) para terminar a tiempo la mudanza, las despedidas, los festejos y todo lo que hay que hacer para poder volar el 21 de diciembre (si es que no se acaba el mundo...) de vuelta a casa; o mejor dicho con todo y la casa encima!! :D 

En fin, mientras tomo un delicioso té patrocinado por mi esposo y espero a que mi familia despierte del otro lado del mundo, aprovecho para dar gracias y seguir filosofando sobre todos los logros personales que me hacen ser hoy una mujer de 31 años con muchas ganas de vivir y con mucho amor para compartir! 









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