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A propósito del Día de Muertos

“Creí que tendría más tiempo mamá…” esas fueron las palabras que escuché de mi hijo hoy por la mañana. “Creí que después del 25 de noviembre de hace dos años, habría más tiempo para estar con mi papá y no.”  Esta reflexión cruda y dolorosa de un adolescente de 13 años me cala en lo más profundo de mi ser.


Hoy que “celebramos” en México el Día de Muertos que se ha convertido en una tradición conocida a nivel mundial, que rompe paradigmas de muchas culturas y que hace que nos miren con admiración y gozo; hoy, que la ofrenda que pusimos en casa pasa la noche con las velas encendidas y el corazón apachurado…hoy me doy cuenta de todo el sentido que tiene la muerte y la forma en la que la transitamos.


Después de haber perdido a mi padre casi de un día para el otro, sin previo aviso, sin despedida, sin verlo partir en paz… mi hijo mayor perdió al suyo seis meses después. Definitivamente la vida, sí, la vida me preparó unos meses antes para afrontar el desafío más grande al que me he enfrentado en mi vida entera: decirle a mi hijo que su padre había muerto. He tenido bloqueado a voluntad en mi memoria este momento por casi dos años pues cuando lo pienso, se me desgarra todo por dentro porque puedo volver a escuchar el grito y el llanto desconsolado de mi hijo de 11 añitos al escucharme decirle lo peor que una madre puede decirle a su hijo.

Siempre he celebrado las tradiciones, las amo y las honro y es algo que he tratado de inculcar en mis hijos y en mi familia. El Día de Muertos en particular, siempre me vibró por dentro y me hizo acercarme a todos los íconos que conlleva. Desde su tinte más religioso, hasta el más ecléctico, artístico y cultural. He puesto mi ofrenda desde que soy independiente (pues en mi casa, no se acostumbraba tanto) y he buscado vivir esta tradición conociendo a fondo sus raíces.




Sin embargo, los últimos dos años, han significado para mi un re-descubrir de este día, de este momento y nos han permitido sanar el dolor que deja un padre cuando se va. El año que murió mi padre, me resistía a poner mi altar pues por primera vez en mi vida, tendría dedicatoria. No, nunca antes quise poner fotos ni dedicarlo a alguien en particular, porque me daba miedo que de verdad vinieran los muertos y se me aparecieran. Pero ese año, 2016, lo puse más por mis hijos que por mi. Sin embargo, en el momento en que comencé a pensar qué le pondríamos entendí verdaderamente todo lo que significa. Más allá de los elementos que “tiene” que llevar un altar de muertos: agua, sal, incienso, papel picado, flores…. comprendí que cuando piensas en la persona que amas y que se ha ido, dedicarle una ofrenda es traerlo de alguna manera de regreso. Recordar su risa, su mirada, sus manos, todo aquello que disfrutaba y lo que no le gustaba también. Mi hijo menor, que en ese momento no entendía mucho porque era muy pequeño, me dio grandes lecciones al recordar exactamente lo que le gustaba al abuelo: su coca, su periódico, sus churrumais… y me acompañó en el proceso de dedicarle ese año el altar a mi papá; con su foto sonriendo en mitad del mismo, rodeado de velas y flores. Recuerdo que esa noche, casi la pasé en vela viendo las figuras que se dibujaban en la pared cuando las velas se movían y esperando (muerta de miedo) a que viniera, a que me diera una señal de “vida”. Y sí, casi pasada la media noche, las velas comenzaron a quemar la cera y el fuego se avivó al grado de hacer que el papel picado de la ofrenda se moviera y se movió tanto que corrí a la cama muerta de miedo y empapada en llanto a abrazarme de mi esposo y a decirle: “¡sí vino mi papá!”

Ofrenda 2017

El año pasado, primera vez que tocaba Día de Muertos después de que el papá de mi hijo se había ido… no sabía si poner o no una ofrenda… porque el camino del duelo no ha sido fácil; porque como madre uno nunca está preparada para guiar a los hijos ante la ausencia del padre… porque a mi también me duele y me asusta el proceso… pero decidí preguntarle y dejar que él me guiara con lo que su corazón le dictara. Al preguntarle si quería que pusiéramos una ofrenda y si quería poner algo para su papá; su respuesta inmediata fue sí! Un sí tan determinado, como si fuera ilógica mi pregunta… y así la pusimos: él para su padre, yo para el mío. Y aunque ver la foto de un ser que amas en un altar de muertos es confrontante y doloroso, ver las cosas que le gustaban ahí es también sentirlo más cerca, como cuando estaba vivo.


Hemos trabajado mucho por superar este duelo y por aferrarnos nuevamente a la vida y esa fue la respuesta que pude darle hoy por la mañana a Manuel cuando me dijo: “pensé que habría más tiempo…”  todos pensamos que hay más tiempo siempre y pareciera tonto pensar que dejaremos de ver a los nuestros de un momento a otro y damos por sentada la vida que tenemos, como si nos fuera a durar por siempre… pero la vida se ha encargado de demostrarnos que dura tan solo un instante y es por esto que hay que agradecerla y disfrutarla. Dejemos ya de dar por hecho que lo que tenemos es nuestro y va a durarnos mucho… ¡en verdad no lo sabemos! “Mi amor, disfruta el presente, el hoy, este instante, este momento; porque es el único que hay, después no sabemos…” fue lo único que pude articular y después nos fundimos en un abrazo.

Mexicráneos 2018



Hoy nuestra ofrenda luce mejor que el año pasado, hemos agregado más cosas, la hemos montado distinta, tiene más elementos de vida y las fotos las hemos elegido con más cuidado. Hoy mi hijo no quiere salir de fin de semana porque no quiere dejar la ofrenda sola por si viene su padre… ¡Bendita “celebración” del Día de Muertos, que nos regala unos días para pensar en ellos, para sentirlos, para recordarlos, para honrarlos!


Yo no sé si logré ya inculcar la tradición en mis hijos, pero estoy completamente segura que he aprendido junto con ellos a agradecer lo que las personas nos dan en vida y a recordar el amor que nos tuvieron como uno de los mayores tesoros.



Ofrenda 2018


Sé que hoy no estamos solos, que los que se fueron físicamente siempre están a nuestro lado; que son ángeles que nos cuidan y nos miran y nos alientan a seguir viviendo. Pero qué lindo es por unos momentos pensarlos, sentirlos y casi verlos.



“No están mudos, nunca han partido nuestros muertos.
Se les oye, en la leña que arde, en el sollozo del humo,
en los labios de la llaga.
Hombro con hombro, vivos y muertos vamos….
como no, dirás, como no, diremos.”
Alejandro Filio

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